El milenario palacio Potala, ubicado en la capital de la Región Autónoma del Tibet, en el suroeste de China, ha recibido su renovación anual.
Los equipos y los voluntarios dedicados a esta labor culminaron el reacondicionamiento del exterior de este sitio histórico.
En el interior del palacio Potala, la joya de Lhasa, el olor del incienso, los angostos pasajes y las vastas series de escrituras que cuelgan de las paredes transportan al visitante a una época diferente.
El palacio Potala fue construido por el rey tibetano Songtsa Gambo en el siglo VII, y posteriormente ampliado en el XVII. Cada año recibe a centenares de miles de visitantes, y es sometido a una renovación anual.
En esta ocasión, el proceso de pintar su fachada dio comienzo 10 días antes de lo habitual debido a las bajas temperaturas.
Dawa, director del centro digital de Palacio Potala, dice: «Temíamos que nuestras labores se vieran afectadas si las temperaturas caían por debajo de 0 grados. Si se congela, la superficie puede quebrarse con la salida del sol. Adelantamos la renovación debido a la pintura.»
La pintura se prepara con la fórmula tradicional de leche, miel, azúcar y limón, lo que le da un olor dulce muy distintivo.
El proceso de pintar los edificios regularmente es muy común en el Tibet, pues protege a las construcciones de las bajas temperaturas.
Dawa dice: «Las antiguas estructuras fueron construidas con barro, piedras y madera. Si las pintamos bien, las grietas entre las piedras y la madera quedarán cubiertas. Una vez que ya no están a la vista, la pintura servirá como protección de la lluvia, lo cual además preservará la arquitectura.»
La renovación de este sitio inscrito en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco es uno de los preparativos para el Lhabab Duchen, que este año se celebrará el 20 de noviembre.
Se considera que en esta fecha Buda descendió de los cielos, y es una de las cuatro fiestas anuales que conmemoran importantes acontecimientos de su vida.