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Idea española, dinero chino

Empresarios de Shenzhen, la ciudad de Huawei, eligen en Madrid, en la Escuela de Ingenieros Industriales, al mejor proyecto entre 20 emprendedores

El participante se mostraba inquieto en el estrado. Acababa de presentar una aplicación de móvil que integra todos los transportes públicos y privados de una ciudad y ofrece a los viajeros la ruta más eficiente en cuanto a tiempo y dinero. Una startup que deberá abrirse paso entre competidores como Google Maps, por poner un ejemplo. Llegó el turno de las preguntas del jurado.
—¿Cómo vais a cobrar ese 7% por viaje al cliente en servicios como el metro?

—Ese es uno de nuestros problemas. Es difícil conseguir el apoyo de las instituciones…
La respuesta del emprendedor se quedó flotando en el aire. La siguiente duda del jurado:

—Cobrar por algo así es tremendamente impopular en China. ¿Por qué alguien lo haría si lo puede tener gratis?
No hubo más preguntas, ni falta que hizo. El sueño asiático de esta pequeña empresa con 14 empleados a tiempo completo se acababa de esfumar.

El tercer concurso internacional de Innovación y Emprendimiento de la ciudad china de Shenzhen, una villa de pescadores transformada en tres décadas en una megaurbe ultratecnológica en la que han nacido gigantes como Huawei o Wechat, buscó el jueves en Madrid la mejor startup para desenvolverse en China.

La ganadora, Rocío Arroyo, de Amadix, un proyecto de detección temprana de cáncer en la sangre en personas sanas que no presentan síntomas, recibió 12.800 dólares y la oportunidad de desarrollar las siguientes fases de su negocio en la meca de la innovación, Shenzhen. Allí competirá con otros proyectos.

La presencia china en Madrid resulta cada vez mayor, sea para buscar talento, como ayer, o para hacer negocios. La empresaria Margaret Zen (China-Spain Innovation & Ventures), la principal organizadora del evento, en la Escuela de Ingenieros Industriales, cree que las relaciones entre España y China viven un momento especial, sobre todo desde la visita en noviembre del año pasado del presidente Xin Jinping. «Shenzhen está ahora mismo en el top del mundo, pero curiosamente mucha gente no la conoce. Con este concurso, la ciudad se da a conocer y el ganador gana dinero y entra a un mercado, el chino, gigantesco», explicó Zen. El concurso lo impulsa el Gobierno de Shenzhen pero cuenta con aportaciones de las principales compañías privadas del lugar.

Rocío Arroyo, tras recibir el premio
Rocío Arroyo, tras recibir el premio
Entre los asistentes se encontraba Tony Jing Yong, el presidente de Huawei (equiparó el alma emprendedora de los españoles con el de los conquistadores de América), la empresa china que más factura en España, algo más de 1.000 millones al año. Hace una década, la inversión china en el país era casi inexistente pero, desde entonces, según el Ministerio de Economía, lo invertido ronda los 4.000 millones. Sin duda, lejos de otros países como Reino Unido, Italia o Alemania pero significativo dado el crecimiento.

Los movimientos también pueden comprobarse a pie de calle. En los parabrisas de los coches ha ido apareciendo publicidad con el reclamo «inversor chino compra piso al contado». Detrás de esos avisos se encuentra Long Fang Hu, un promotor de inmobiliario de 27 años. Opera con oficinas en Pekín y Madrid.

En total hubo 20 presentaciones, 20 emprendedores que pasaron una primera criba de 200 propuestas. Aunque solo un proyecto fue el ganador, diez irán a China, como el de Rafael Aguado, de Canard Drones, que quiso estrujarle el corazón al jurado desde el principio. Comenzó diciendo que ahora era padre y por eso se preocupaba más por la seguridad, en su caso la aérea. Su startup, entre la que hay gente con tanta experiencia como un exvicepresidente de Iberia, busca automatizar las revisiones y los controles de los aeropuertos. «Estamos dispuestos a viajar con seguridad a Shenzhen», acabó, en una frase que no parecía improvisada.

Hubo otras presentaciones españolas interesantes como Zeleros, un tren supersónico que circula por un tubo. La empresa, que nació de un proyecto universitario que ganó un concurso creado por Elon Musk, tiene registrados cinco prototipos, y cuenta con inversores como Juan Roig, el presidente de Mercadona.

Aunque el único proyecto que, por ahora, iniciará la aventura china es el de Arroyo y su detección temprana del cáncer. Un cámara y un reportero de la televisión pública de Shenzhen la grabaron recogiendo el premio, un cheque gigante y un trofeo. Para la foto, en vez de patata, le hicieron gritar: «Shenzhen».

EN BUSCA DE OTROS CLIENTES POR EL BREXIT
Antes de venir al evento, Miguel Ángel de Castro, un consultor financiero de 50 años, buscó en Google el precio del metro cuadrado en Shenzhen, su población, su red de metro, su localización en el mapa. «Hay que conocer a la gente con la que te relacionas», presumió. Aprovechó los recesos del concurso de startups para venderse a sí mismo: «Antes trabajaba mucho con británicos que compraban propiedades en la costa, pero con el Brexit ha bajado mucho. Ahora busco clientes chinos». Estaba seguro de poder ofrecerle su conocimiento del mercado español a un inversor extranjero que necesitase lazarillo. Se enteró de este evento navegando en Internet y no dudó en presentarse. Fue repartiendo tarjetas de visita sacadas de un reluciente tarjetero de plata («la presentación es importante en esta vida»).

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